La familia, capullo de vida
La familia es una institución inmemorial, en la que la persona nace, crece y se desarrolla, y es desde su seno que interactúa con la sociedad. Siempre es propicio acentuar sus valores, pero más aún en estos tiempos en que las dificultades tienden a desvalorizarla.
Hace tiempo que la familia es considerada, con total justificación, como "la célula básica de la sociedad", porque es en ella donde nace la vida y se define la persona, su carácter, su personalidad, y sobre todo su educación y comportamiento social. El ejemplo que un niño recibe dentro de su propia familia es el que lo va a marcar para siempre en su inserción social y en su relación con el prójimo.
El hombre, por naturaleza, está destinado a vivir en familia. Así está implícito en la condición humana (y de los seres viventes en general) desde un principio. Es la más fidedigna transmisora de tradición y la institución por excelencia en la que se conservan y transfieren los valores de generación a generación. Por eso la familia es una institución inalterable. Uno nace y muere dentro de la misma familia, y en ella crece pero también la hace crecer y perfeccionarse. En otros aspectos de su vida el hombre es más cambiante: el trabajo, los amigos, las pasiones, suelen ir modificándose con el paso del tiempo. Esta Semana de la Familia nos ofrece una ocasión inmejorable para reforzar el concepto tradicional de familia, no porque corresponda a una convención social, sino porque responde a un designio natural irrenunciable.
La familia es una institución inmemorial, en la que la persona nace, crece y se desarrolla, y es desde su seno que interactúa con la sociedad. Siempre es propicio acentuar sus valores, pero más aún en estos tiempos en que las dificultades tienden a desvalorizarla.
Hace tiempo que la familia es considerada, con total justificación, como "la célula básica de la sociedad", porque es en ella donde nace la vida y se define la persona, su carácter, su personalidad, y sobre todo su educación y comportamiento social. El ejemplo que un niño recibe dentro de su propia familia es el que lo va a marcar para siempre en su inserción social y en su relación con el prójimo.
El hombre, por naturaleza, está destinado a vivir en familia. Así está implícito en la condición humana (y de los seres viventes en general) desde un principio. Es la más fidedigna transmisora de tradición y la institución por excelencia en la que se conservan y transfieren los valores de generación a generación. Por eso la familia es una institución inalterable. Uno nace y muere dentro de la misma familia, y en ella crece pero también la hace crecer y perfeccionarse. En otros aspectos de su vida el hombre es más cambiante: el trabajo, los amigos, las pasiones, suelen ir modificándose con el paso del tiempo. Esta Semana de la Familia nos ofrece una ocasión inmejorable para reforzar el concepto tradicional de familia, no porque corresponda a una convención social, sino porque responde a un designio natural irrenunciable.
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